(Por nuestros hermanos caídos)
A comienzos de 1992, una campaña sobre el SIDA comenzó a ser objeto de discusión pública. La jerarquía de la iglesia católica local fijó su posición respecto de este asunto, haciendo alusión al tema de la libertad sexual. La referencia al uso del preservativo no la compartimos, pues deja la impresión de una neutralidad moral frente a la infidelidad y promiscuidad, a la vez que es una puerta abierta al libertinaje sexual, señaló una declaración del episcopado chileno, dejando entrever su rechazo a la visibilidad política que alcanzaba el movimiento homosexual.
Pese a los afanes moralizantes de la jerarquía, los integrantes del Movimiento de Liberación Homosexual insistieron en su labor, estableciendo, en febrero de 1992, contactos estratégicos con la prensa. Una entrevista a sus dirigentes en la revista Izquierda XXI, reflejó el débil interés que manifestó la prensa criolla frente al incipiente destape de los gays chilenos. Sin embargo, una presentación del dirigente gay Roberto Pablo en el programa “Unas y Otras” de Televisión Nacional de Chile en 1992, representó la excepción a esta inicial indiferencia periodística. En aquella oportunidad, las periodistas Pamela Jiles y Delia Vergara dialogaron amablemente con el entrevistado. Roberto Pablo rememora así su primer diálogo televisivo:
Ya habíamos dado una primera entrevista a un diario. Recuerdo que ahí nos cambiábamos el nombre para prevenir la discriminación y el rechazo social. En ese tiempo nadie daba su verdadera identidad, sólo usábamos nombres inventados. Yo sabía que era muy importante ir a la entrevista en la televisión, pero sentía mucho miedo al considerarme vulnerable, agredido físicamente o que te atacaran de algún modo en la calle. No obstante, en el programa de Televisión Nacional me sentí relajado y por eso me fui descubriendo la cara, poco a poco, representando así a muchos otros que no podían mostrar su verdadero rostro.
Inolvidable marcha
El 4 de marzo de 1992, organizaciones defensoras de los Derechos Humanos convocaron a una marcha en conmemoración de la entrega oficial del Informe Rettig, un documento elaborado por una comisión especial designada por el Presidente Aylwin, cuyo nombre se debió a Raúl Rettig, el fallecido abogado, presidente de esa comisión. El objetivo del organismo era investigar las violaciones a los Derechos Humanos perpetradas durante la dictadura militar. Según afirma la periodista Alejandra Matus en su publicación El Libro Negro de la Justicia Chilena:
El Informe Rettig reconoció por primera vez la responsabilidad de agentes del Estado en las violaciones a los Derechos Humanos, provocando un agudo conflicto entre los poderes Ejecutivo, Judicial y las Fuerzas Armadas.
El MOVILH vislumbró la ocasión histórica de sumarse a otras luchas sociales, acordó salir a la calle y participó del mitín. En esa oportunidad se presentaron alrededor de diez homosexuales enmascarados, vestidos de riguroso luto y portando un lienzo que rezaba: “POR NUESTROS HERMANOS CAÍDOS. MOVIMIENTO DE LIBERACIÓN HOMOSEXUAL”. Pese a que se ubicaron al final de la marcha, a la cola de la izquierda, las reacciones no se hicieron esperar. Asombro en la mayoría, expresiones de simpatía entre las mujeres y deseos de otros de marchar lejos de los homosexuales. Juan Pablo Sutherland, dirigente del MOVILH, explicó los motivos de la presencia gay en la marcha en entrevista a la desaparecida revista El Canelo:
Participamos porque teníamos la necesidad de decir una palabra como movimiento social frente a una problemática que está directamente ligada a la realidad homosexual: El respeto a la dignidad y a los derechos de la persona humana.
La importancia simbólica de ubicarse a la cola, como una especie de última lucha, unido al hecho de surgir en un período de negociaciones políticas entre civiles y militares, reforzó el sentimiento de asombro que produjo en la escena pública la defensa de una sexualidad sancionada. Según lo expresó el psicólogo del MOVILH, Jorge Pantoja, durante el primer seminario sobre sexualidad y homosexualidad, realizado en la Universidad de Santiago de Chile en octubre de 1994:
A través de la participación de los homosexuales en esta histórica marcha, el movimiento fue capaz de encauzar demandas nacidas de lo privado hacia un espacio político público, un espacio que se encontraba en pleno auge debido al retorno a la democracia.
Después de la marcha, los últimos meses de 1992 fueron tiempos de articulaciones políticas. Se convocó al “Primer Encuentro de Lesbianas y Homosexuales del Cono Sur” organizado por el Comité de Servicio Chileno Cuáquero, en la localidad de San Bernardo. Diversas organizaciones nacionales y extranjeras concurrieron al cónclave internacional. Excepto los integrantes del MOVILH, quienes rehusaron acudir a San Bernardo, porque rechazaban la presencia de organizaciones de lucha contra el SIDA en el evento. Si bien varias organizaciones chilenas, entre ellas, Ayuquelén, Las Yeguas del Apocalipsis y el MOVILH, habían acordado no asistir al encuentro por la presencia de organizaciones VIH positivas, sólo este último (el MOVILH) insistió en el acuerdo inicial. Así, la drástica determinación del MOVILH sorprendió a los organizadores del evento, considerando la trascendencia de la epidemia del SIDA en la población homo y bisexual del continente. Tiempo después, análoga controversia —unir la lucha homosexual con el SIDA— provocaría una de las más profundas crisis ideológicas al interior del movimiento gay chileno.
Más allá de la ausencia del MOVILH, los participantes del encuentro analizaron la situación que vivían lesbianas y homosexuales en distintos países del continente. Respecto de Chile, se realizó un diagnóstico que en lo medular, señaló:
Chile es un país que actualmente está en un período de transición hacia la democracia. El actual Gobierno ha estado en una negociación permanente para reducir los enclaves autoritarios que dejó la dictadura. Aunque la Iglesia Católica está separada del Estado desde hace muchos años, ejerce influencia en muchos personeros del Gobierno y del Parlamento, especialmente en lo que tiene que ver con la sexualidad. Chile es un país de doble estándar. En público se dicen muchas cosas y en privado se hace lo contrario. Fuera de la despenalización de la sodomía, la Constitución Política de 1980 señala que cualquier asociación que atente contra los valores de la sociedad, la familia y el Estado, son ilegales.
Sobre aspectos organizativos, los asistentes al encuentro reconocieron que: En Chile es imposible hablar de un movimiento homosexual. Es una fantasía. No se puede hablar de grupos cuando en Santiago el grupo MOVILH son diez personas; Las Yeguas del Apocalipsis dos; el taller SER cinco y en Calama son seis personas. Menos de cien personas para doce millones de habitantes. Un situarse como minoría otra, situarse como sujeto otro, es casi imposible, porque ningún partido político va a hacer alianza con una cantidad reducida de individuos no garantizados.
Pese a la autocrítica que manifestaron las organizaciones de lesbianas y homosexuales criollos, la cita también ayudó a plantear consideraciones ideológicas relativas a la realidad continental:
En nuestro continente predomina la discriminación homofóbica y lesbofóbica. En estos países se están multiplicando las instituciones represivas oficiales y civiles contra nosotros y nosotras. Se nos impide el acceso a nuestros Derechos Humanos, civiles y políticos fundamentales. Predomina la impunidad para los asesinatos de cientos de homosexuales y lesbianas que se cometen cada año en nuestros países. Sufrimos el silencio a nuestro derecho a la libertad de expresión y a la libre asociación. Se discrimina en el campo económico, social y político impidiendo el acceso a los servicios de salud, educación y trabajo.
Luego de debates, la reunión culminó con una serie de planteamientos, entre ellos:
La inclusión inmediata de la libre orientación sexual en la Declaración Universal de los Derechos Humanos; trato justo a las denuncias de atropellos contra las personas homosexuales y los allanamientos contra los bienes de los homosexuales y las lesbianas que se cometen en todos los países de la región; esclarecimiento, juicio y sanción a los culpables de persecuciones, acoso y asesinatos contra las personas por su orientación sexual; la derogación del Artículo 516 del Código Penal de Ecuador y la derogación del Artículo 365, 373 y 374 del Código Penal chileno que criminaliza la homosexualidad.
Pese a los afanes moralizantes de la jerarquía, los integrantes del Movimiento de Liberación Homosexual insistieron en su labor, estableciendo, en febrero de 1992, contactos estratégicos con la prensa. Una entrevista a sus dirigentes en la revista Izquierda XXI, reflejó el débil interés que manifestó la prensa criolla frente al incipiente destape de los gays chilenos. Sin embargo, una presentación del dirigente gay Roberto Pablo en el programa “Unas y Otras” de Televisión Nacional de Chile en 1992, representó la excepción a esta inicial indiferencia periodística. En aquella oportunidad, las periodistas Pamela Jiles y Delia Vergara dialogaron amablemente con el entrevistado. Roberto Pablo rememora así su primer diálogo televisivo:
Ya habíamos dado una primera entrevista a un diario. Recuerdo que ahí nos cambiábamos el nombre para prevenir la discriminación y el rechazo social. En ese tiempo nadie daba su verdadera identidad, sólo usábamos nombres inventados. Yo sabía que era muy importante ir a la entrevista en la televisión, pero sentía mucho miedo al considerarme vulnerable, agredido físicamente o que te atacaran de algún modo en la calle. No obstante, en el programa de Televisión Nacional me sentí relajado y por eso me fui descubriendo la cara, poco a poco, representando así a muchos otros que no podían mostrar su verdadero rostro.
Inolvidable marcha
El 4 de marzo de 1992, organizaciones defensoras de los Derechos Humanos convocaron a una marcha en conmemoración de la entrega oficial del Informe Rettig, un documento elaborado por una comisión especial designada por el Presidente Aylwin, cuyo nombre se debió a Raúl Rettig, el fallecido abogado, presidente de esa comisión. El objetivo del organismo era investigar las violaciones a los Derechos Humanos perpetradas durante la dictadura militar. Según afirma la periodista Alejandra Matus en su publicación El Libro Negro de la Justicia Chilena:
El Informe Rettig reconoció por primera vez la responsabilidad de agentes del Estado en las violaciones a los Derechos Humanos, provocando un agudo conflicto entre los poderes Ejecutivo, Judicial y las Fuerzas Armadas.
El MOVILH vislumbró la ocasión histórica de sumarse a otras luchas sociales, acordó salir a la calle y participó del mitín. En esa oportunidad se presentaron alrededor de diez homosexuales enmascarados, vestidos de riguroso luto y portando un lienzo que rezaba: “POR NUESTROS HERMANOS CAÍDOS. MOVIMIENTO DE LIBERACIÓN HOMOSEXUAL”. Pese a que se ubicaron al final de la marcha, a la cola de la izquierda, las reacciones no se hicieron esperar. Asombro en la mayoría, expresiones de simpatía entre las mujeres y deseos de otros de marchar lejos de los homosexuales. Juan Pablo Sutherland, dirigente del MOVILH, explicó los motivos de la presencia gay en la marcha en entrevista a la desaparecida revista El Canelo:
Participamos porque teníamos la necesidad de decir una palabra como movimiento social frente a una problemática que está directamente ligada a la realidad homosexual: El respeto a la dignidad y a los derechos de la persona humana.
La importancia simbólica de ubicarse a la cola, como una especie de última lucha, unido al hecho de surgir en un período de negociaciones políticas entre civiles y militares, reforzó el sentimiento de asombro que produjo en la escena pública la defensa de una sexualidad sancionada. Según lo expresó el psicólogo del MOVILH, Jorge Pantoja, durante el primer seminario sobre sexualidad y homosexualidad, realizado en la Universidad de Santiago de Chile en octubre de 1994:
A través de la participación de los homosexuales en esta histórica marcha, el movimiento fue capaz de encauzar demandas nacidas de lo privado hacia un espacio político público, un espacio que se encontraba en pleno auge debido al retorno a la democracia.
Después de la marcha, los últimos meses de 1992 fueron tiempos de articulaciones políticas. Se convocó al “Primer Encuentro de Lesbianas y Homosexuales del Cono Sur” organizado por el Comité de Servicio Chileno Cuáquero, en la localidad de San Bernardo. Diversas organizaciones nacionales y extranjeras concurrieron al cónclave internacional. Excepto los integrantes del MOVILH, quienes rehusaron acudir a San Bernardo, porque rechazaban la presencia de organizaciones de lucha contra el SIDA en el evento. Si bien varias organizaciones chilenas, entre ellas, Ayuquelén, Las Yeguas del Apocalipsis y el MOVILH, habían acordado no asistir al encuentro por la presencia de organizaciones VIH positivas, sólo este último (el MOVILH) insistió en el acuerdo inicial. Así, la drástica determinación del MOVILH sorprendió a los organizadores del evento, considerando la trascendencia de la epidemia del SIDA en la población homo y bisexual del continente. Tiempo después, análoga controversia —unir la lucha homosexual con el SIDA— provocaría una de las más profundas crisis ideológicas al interior del movimiento gay chileno.
Más allá de la ausencia del MOVILH, los participantes del encuentro analizaron la situación que vivían lesbianas y homosexuales en distintos países del continente. Respecto de Chile, se realizó un diagnóstico que en lo medular, señaló:
Chile es un país que actualmente está en un período de transición hacia la democracia. El actual Gobierno ha estado en una negociación permanente para reducir los enclaves autoritarios que dejó la dictadura. Aunque la Iglesia Católica está separada del Estado desde hace muchos años, ejerce influencia en muchos personeros del Gobierno y del Parlamento, especialmente en lo que tiene que ver con la sexualidad. Chile es un país de doble estándar. En público se dicen muchas cosas y en privado se hace lo contrario. Fuera de la despenalización de la sodomía, la Constitución Política de 1980 señala que cualquier asociación que atente contra los valores de la sociedad, la familia y el Estado, son ilegales.
Sobre aspectos organizativos, los asistentes al encuentro reconocieron que: En Chile es imposible hablar de un movimiento homosexual. Es una fantasía. No se puede hablar de grupos cuando en Santiago el grupo MOVILH son diez personas; Las Yeguas del Apocalipsis dos; el taller SER cinco y en Calama son seis personas. Menos de cien personas para doce millones de habitantes. Un situarse como minoría otra, situarse como sujeto otro, es casi imposible, porque ningún partido político va a hacer alianza con una cantidad reducida de individuos no garantizados.
Pese a la autocrítica que manifestaron las organizaciones de lesbianas y homosexuales criollos, la cita también ayudó a plantear consideraciones ideológicas relativas a la realidad continental:
En nuestro continente predomina la discriminación homofóbica y lesbofóbica. En estos países se están multiplicando las instituciones represivas oficiales y civiles contra nosotros y nosotras. Se nos impide el acceso a nuestros Derechos Humanos, civiles y políticos fundamentales. Predomina la impunidad para los asesinatos de cientos de homosexuales y lesbianas que se cometen cada año en nuestros países. Sufrimos el silencio a nuestro derecho a la libertad de expresión y a la libre asociación. Se discrimina en el campo económico, social y político impidiendo el acceso a los servicios de salud, educación y trabajo.
Luego de debates, la reunión culminó con una serie de planteamientos, entre ellos:
La inclusión inmediata de la libre orientación sexual en la Declaración Universal de los Derechos Humanos; trato justo a las denuncias de atropellos contra las personas homosexuales y los allanamientos contra los bienes de los homosexuales y las lesbianas que se cometen en todos los países de la región; esclarecimiento, juicio y sanción a los culpables de persecuciones, acoso y asesinatos contra las personas por su orientación sexual; la derogación del Artículo 516 del Código Penal de Ecuador y la derogación del Artículo 365, 373 y 374 del Código Penal chileno que criminaliza la homosexualidad.
2 comentarios:
Hola Víctor:
Te informo que recién publiqué en www.disidenciasexual.cl mi versión de los hechos discutidos por Rolando Jiménez, a partir de tu libro "Bandera Hueca".
Intenté transcribirte aquí lo que publiqué, pero no me permite tantos caracteres.
Un abrazo grande.
Andrea Santander.-
Hola victor:
gracias por compartir la informacion, soy diseñador y mi tesis la hago de las nuevas estrategias comunicacionales entorno a la disidencia sexual <3
besos cariñosos
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