viernes, 29 de mayo de 2009

INFIERNO EN LA DISCO


(El incendio de la Divine)


La madrugada del 4 de septiembre de 1993 está teñida de muerte y dolor en el imaginario colectivo de los homosexuales criollos. Esa noche, como era costumbre, la discoteca Divine en Valparaíso se remecía al ritmo de la música y el baile de unos 70 parroquianos. En medio del jolgorio, nadie imaginó que el festín terminaría con la vieja casona de tres pisos envuelta en llamas. En pocos minutos la fiesta derivó en infierno, consumiendo todo lo que encontró a su paso, incluyendo a la boite Hollywood, que esa noche tenía como atracción principal a la porteña Priscila Ley.

En la discoteque Divine, en medio del fuego, las personas intentaron huir mirando perplejos como una llamarada bloqueaba el acceso principal, devorándolo todo. Quisieron escapar por la salida de emergencia, pero estaba cerrada. El pánico se apoderó de todos, mientras algunos intentaban escapar por los techos, las ventanas, las escaleras, pisando, sin querer, a unos cuantos que fallecieron asfixiados. Las llamas y el humo atraparon a muchos, dejando un dramático balance oficial de 16 víctimas fatales.

La nómina oficial de fallecidos es la siguiente: Juan Carlos Araya González, Andrés Ángel Agüero Bravo, Hugo Beltrán Ángel, Julián Domínguez Elordi, Víctor Hugo Santander Ibáñez, Oscar Holz Romo, Rodrigo Quiroz Bustamante, Gabriel Enrique Martínez Muñoz, Mauricio Herranz Suazo, Jorge Eduardo Valverde Cifuentes, Tomás Osorio Marmullan, Patricio Vásquez Ponce, Sergio Requena Chandía, Juan Tapia Moscoso, Hans San Martín Pizarro y Francisco Llantén Torres.

No al ministro en visita

La noticia llegó rápidamente a los oídos del Movimiento de Liberación Homosexual MOVILH, que envió a sus máximos dirigentes a un Valparaíso consternado. Ahí, escuchamos testimonios de testigos oculares y asistimos más tarde al funeral de la Connie (un transformista de la Divine que murió aplastado por la multitud) en un cerro de Playa Ancha. Diversas organizaciones solicitaron la designación de un ministro en visita argumentando “conmoción pública”. La Corte de Apelaciones porteña desestimó tal petición.

El intendente de la época, Juan Andueza, en declaraciones a la prensa, apoyó la resolución judicial afirmando que no se justificaba la nominación de un magistrado especial, porque el juez a cargo del caso, Jorge Gándara, era “perfectamente competente”. Fue tan “diligente” y “competente” que, el 23 de marzo de 1994, Gándara sobreseyó temporalmente la causa, sin culpables ni procesados, apoyando su resolución en la tesis de Bomberos que habló de una “falla eléctrica”. No obstante esta versión oficial, el diario La Estrella de Valparaíso, al día siguiente del incendio, tituló en colorida portada: “DE UNA CAMIONETA LANZARON BOMBA QUE QUEMÓ DISCOTECA”.

Arturo Masafierro, administrador de la discoteca, junto con “lamentar la muerte de clientes y amigos”, señaló que el incendio fue provocado “intencionalmente” por desconocidos a los que se les habría negado el ingreso al local. Según consignan archivos de prensa de la época, Masafierro declaró:

Podemos aseverar que lo ocurrido fue a causa de una acción criminal y premeditada de personas desconocidas que lanzaron un artefacto incendiario. Aproximadamente a las dos y media de la madrugada, dos sujetos intentaron ingresar a viva fuerza al recinto evadiendo las normas regulares establecidas en el local, siendo expulsados por personal de seguridad. Testigos oculares afirman haber visto una camioneta de color verde estacionada frente a la puerta principal, desde la cual descendió una persona que arrojó un elemento a la entrada de la discoteca, mientras filmaban con una cámara de vídeo desde el mismo vehículo.


La versión de Masafierro se alimentó de escabrosos detalles que culpaban a dos mujeres lesbianas expulsadas del local, quienes habrían lanzando al interior de la puerta de entrada una botella de líquido inflamable de tipo molotov. Pese a esta denuncia de atentado terrorista, Alejandro Cid, testigo del incendio y reconocido director teatral de Valparaíso, dice nunca haber creído en tal versión.

Eso siempre me pareció un invento de los dueños de la disco que intentaron desviar la atención pública, evitando así asumir sus propias responsabilidades, afirma Cid. Evidentes deficiencias estructurales de la improvisada discoteca, instalaciones eléctricas precarias y fallas en las medidas de seguridad, serían algunas de las desidias a las que aludió Alejandro Cid en su testimonio.

Entre las entrevistas realizadas por la prensa en horas posteriores al incendio, el comerciante Fernando Orellana también habló de negligencias:

La causa del incendio, según bomberos, habría sido por un recalentamiento eléctrico o algo así. Pero existen muchas versiones más que para los bomberos no serían efectivas. Yo también sé que recién habían remodelado el local con alfombras y material de fácil combustión, lo que agravó la situación.

Por otra parte, entre los habitúes de la noche porteña, también se habló de una soterrada pugna entre dueños de locales gays de la V región, culpando del siniestro a la competencia de la discoteca. Tampoco se descartó la participación de terceros, particularmente del propietario del local, de apellido Lagomarsino, quien habría comprado el inmueble dos meses antes del incendio en unos 30 millones y lo habría asegurado en más de 100 millones.

Más allá de las especulaciones que el incendio provocó, el drama se instaló en la morgue y el Séptimo Juzgado del Crimen, donde varios sobrevivientes aseguraron haber sufrido hostigamientos por parte de los subcomisarios de Investigaciones, Enrique Daure y Fernando Moraga; en tanto, el juez Gándara hacía lo propio obsesionándose en confirmar la homosexualidad de los testigos. El miércoles 8 de septiembre, peritos de Investigaciones informaron que sólo diez cadáveres fueron identificados mediante exámenes dactilográficos, mientras los seis restantes debieron someterse a peritajes odontológicos y de ADN.

El 17 de septiembre, la doctora Alejandra Moreira culminó el trabajo tanatológico con que se identificaron a los seis cuerpos. Irrisoriamente, hasta ese minuto, se había transformado la tragedia en una increíble leyenda negra que daba por muertos en la Divine a figuras del espectáculo criollo, como Italo Passalacqua, Juan Antonio Labra y Fernando Ubiergo, según consigna el periodista Fabián Llanca en ”La inagotable música de la Divine”, reportaje ganador del Concurso de Periodismo Joven de Editorial LOM.

Lejos de la mitología popular, el funesto acontecimiento inquietó de sobremanera a la comunidad homosexual capitalina, especialmente cuando días después de la tragedia en Valparaíso, una llamada telefónica anónima al programa radial Triángulo Abierto, informó de la instalación de una bomba falsa en los baños de Radio Tierra, aumentando de este modo la incertidumbre y el temor masivo entre los homosexuales. Inmediatamente, la “bombita” motivó una conferencia de prensa, además de la presentación de un Recurso de Protección ante los Tribunales de Justicia que fue desestimado por “falta de méritos”.

El debut de un comando fantasma

Luego del incendio, el miedo se apoderó de muchos y fue necesario el paso del tiempo para superar el trauma colectivo; considerando que en la misma época de la tragedia, la Corporación Chilena de Prevención del SIDA con sede en Santiago, recibió una amenaza telefónica de un supuesto comando anti homosexual Carlos Ibáñez del Campo, cuyo nombre rememora a un mandatario populista que durante su primer período presidencial (1927 – 1931), habría ordenado ahogar a decenas de homosexuales en las aguas de Valparaíso. Sin embargo, algunos militantes homosexuales aún dudan de su existencia, sospechando de la maquiavélica maniobra de alguna mente delirante que ideó un comando terrorista fantasma.

Diez años después, el 29 de septiembre de 2003, el caso Divine se reabrió, debido a las fuertes presiones del movimiento homosexual y por indicación de la Corte Suprema de Justicia. A la fecha, aún se investiga el caso, desconociéndose la real causa del incendio, provocando de paso una prolífica producción cultural de libros, obras de teatro y películas. Porque, como señaló el escritor Pedro Lemebel, la música y las luces nunca se apagaron.

El epílogo

Fuera de la edición de Bandera Hueca, a principios de 2010, la justicia chilena cerró definitivamente el caso, determinando que el incendio de la discoteque Divine fue producto del "deficiente mantenimiento del sistema eléctrico", responsabilizando  directamente del hecho a los dueños del establecimiento. Y como epílogo, el fallo  señaló que los responsables no podrán ser sometidos a proceso porque el delito, aunque existió, ya prescribió.


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